Todo en esta vida  inicia con un pensamiento que se manifiesta en una creación.

Desde muy pequeña he sido una buscadora de la vida. Una persona que constantemente busca comprender más allá del “esto es así porque así ha sido la historia, porque así lo muestra nuestra cultura o sencillamente porque esto es lo que se ha comprobado”.

El paso del tiempo comenzó a gestar en mí una rebeldía sin causa aparente. Sin embargo, sí había una causa y esa no era otra que el incesante deseo de saber de mí misma: ¿Quién soy yo más allá de los referentes? ¿Más allá de los roles que vine a cumplir,  de las creencias que me han venido sosteniendo y del cuerpo físico con toda la carga de su memoria ancestral?

Estudié y experimenté varias disciplinas, terapias y sucesos relacionados con las actitudes y sentires humanos. Pero como cada uno de esos estudios y experiencias se enfocaba en una parte de mí, el proceso de rearmar el todo quedaba inconcluso o, en todo caso, bajo mi responsabilidad. 

Sentí entonces la necesidad de crear algo que integrara todo lo vivido y pudiera ser puesto al servicio de los demás. Vivía aún en Venezuela y como deseaba que nuevas experiencias y sabidurías entraran en acción, me resultaba importante desarrollarlo en alianza con otras personas. Fue así como nació una propuesta integrativa que unía el lenguaje, las emociones y el cuerpo, poniendo el foco en este último como generador de verdades emocionales que el lenguaje ocultaba. El programa, creado junto a Ana Andrea Labrador, se llamó “Intensivo Latinoamericano de Coaching Corporal” y fue impartido con éxito por espacio de 3 años en Venezuela, México, San Francisco y Los Ángeles.

Una vez radicada en España,  la pandemia que puso a todo el planeta en un estado de obligado reposo del afuera, me llevó a comprensiones que me permitieron concluir que hay un sentido de la vida mucho más profundo que el trabajo en los campos de la personalidad, la incorporación del alma y la espiritualidad. Un sentido que constituye la esencia de nuestra existencia:  somos seres espirituales habitando un cuerpo físico a través del cual experimentamos la vida. Eso que llamamos Dios, es una consciencia cósmica omnipresente que se experimenta a través de nosotros, en consecuencia, no hay nada que buscar afuera, solo hay que permitir que la divinidad que habita en nosotros se exprese.  Tenemos una personalidad que nos ayuda -a través de sus limitaciones- a trascender lo que el alma viene a experimentar sin que en realidad haya algo que lograr más allá del permitirnos la experiencia de la vida… pero para llegar a eso, es primordial comenzar por respondernos la pregunta que activa la búsqueda: ¿Quién soy yo?

Tuve entonces la certeza de que era el momento de abrir espacio a una nueva comprensión de la existencia. Una visión que se sustentara en las energías disponibles donde “la integración y la evolución” fuesen los pilares de “eso” que no sabíamos muy bien si se constituiría en un programa, formación o escuela… hasta que comprendimos que lo que deseábamos hacer era trazar un “mapa de ruta”.

Fue así como todo esto se gestó junto a Ángela Murillo. Y no podía ser de otra manera, puesto que fue ella quien me inspiró a encontrar mi propia misión al brindarme todas las herramientas necesarias para lograrlo. Vale decir, quien estuvo allí para contagiarme de ganas cuando yo decaía, de voluntad cuando me cansaba y llenándose de la paciencia compasiva del que camina a tu lado mostrándote lo que viniste a SER y a HACER…

Por ello, juntas, logramos darle forma y concreción a Camino ANANDA, un mapa de ruta qué, al resonar con el  SER único que eres, te guía hacia la comprensión de tu existencia en este planeta para que te permitas sentir la vida en  paz y gozo.